jueves, 6 de agosto de 2015

Dame un minuto.

Tengo por costumbre romperte el corazón, convertirme en tu secuestrador mientras sufres el síndrome de Estocolmo, pero es que la chupo de puta madre y te dejas liar.
Suelo besar hasta morder, morder hasta hacerte sangrar y no me voy a quedar a lamerte las heridas.
Mis impulsos homicidas me invitan a tirarte desde un octavo pero tirarme detrás porque ¿qué coño de mundo sería este si no estás en él?
Soy la que nunca va a ser tuya y si esperas conseguirme debes volverte un cínico sin corazón para que no te duela cuando te diga adiós.
Sabes que acercarte a mí es peligroso pero quieres, que te toque, necesitas más.
No hay nada como una puta que te destroza para enamorarse.
Quiero decirte que va a haber alguien mejor, pero después de echar un polvo vas a saber que es mentira.
Confía en mi cuando te digo que soy lo peor que te puede pasar pero que follando en la encimera se te va a olvidar.
Vas a odiarme pero si te pido que vuelvas ni te lo piensas, no hay nadie que te meta mano en la ciudad como yo.
Ven.
Voy.
Ya no.
Y es que cuando te toco se te acelera el corazón y quieres ajustar tu respiración a mis orgasmos pero yo ya estoy pensando en comerle la boca a otro.
Espera, dame un minuto, voy a quererte todo lo que pueda y después te dejo.
Es muy fácil ser una zorra vulgar, pero tú ya sabes que soy, sobretodo cuando te susurro al oído que me gusta más fuerte.
A la mierda si de verdad pensabas que era de las que se quedaba. Soy de las que se recuerda.
El mejor polvo de tu vida y la peor puta que te ha arrasado.
Quiéreme, sólo la mitad de lo que te he querido yo.

domingo, 25 de enero de 2015

Vuelve.

Ven.
Vete.
Vuelve.
Llévame contigo.
Vete para siempre.
Ven a buscarme.

Ven.
Llora.
Hazme reír.
Rómpeme el corazón.
Cúramelo.
Bésame.

Quiéreme.
Pégame.
Odiame.
Acariciame.
Pégame un tiro en medio del pecho.
Reanímame.

Hazme de noche.
Abandóname.
Habla mal de mí.
Mata a quien me hiera.
Vete.

Y, por favor, siempre vuelve.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Cuando estás triste.

No es fácil hablar de cuando estás triste. Todos podemos hablar de cuando estamos contentos, felices, alegres, enamorados.
Pero. Describe tristeza, dime cómo es la desesperación, explícame cómo te rompes al respirar y dónde perdiste las piezas que le faltan a tu corazón. Cuéntame como es eso de perder todas las batallas y no saber si es que peleas mal o si que tu ejército tiene demasiadas bajas.
Es fácil explicar que has estado triste, pero no decir que lo estás.
Es fácil contar que estás contento, tienes ganas de reír y sonríes todo el rato, las mariposas en el estómago y esas cosas que todos sabemos.
Sin embargo, cuando estás triste se te hace imposible decirle a alguien que lo estás. Es tu secreto, bajo llave. Y la pregunta de siempre, ¿por qué? Porqué estás triste o porqué no estás contento, que aunque lo parezca, no siempre es lo mismo.
Es más sencillo contar como te coge de la mano y te hace volar o como te llena de besos y hace que dejar de respirar sea vivir más intensamente.
Pero cuando estás triste, ¿cómo explicas que se te quiebra la piel y que por las brechas se escapan los sueños?
Es más fácil estar feliz, aunque no sea fácil saber estarlo.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Cuenta atrás.

Eres mi canción en repetición,
Mis dieciocho deseos aún por cumplir,
Mis diecisiete sueños pendientes,
Mi cigarro número dieciséis,
Mis quince suspiros,
La cama que suma catorce,
Mi martes 13.
Eres mis doce campanadas,
Las once puñaladas por la espalda,
El décimo polvo.
Eres mi noveno sin ascensor,
La octava maravilla,
Mis siete pecados capitales.
Eres mi sexto sentido,
Los cinco minutitos más.
Eres mi cuarta victoria,
Mi tercer amor,
Mi dos de enero.
Eres mi número uno.

domingo, 12 de octubre de 2014

Cosas de gatos.

Que hace tiempo que no escribo, dicen.
Hace tiempo que no te toco, siento.
Hace tiempo que no te beso, muerdo.
Hace tiempo que no abrazo, al miedo.
Más hace que no lloro, intenso.
Hace tiempo que no bailo, sola.
Hace tiempo que no te echo de menos.
Ahora.
Cosas de gatos.
Y horas al teléfono.
Madrid.
Ahora.
Canciones de "Tu y yo contra el mundo". Y en castellano.
Poesía en bares baratos.
Tenerle a dos segundos de distancia y 700 km de realidad.
Ahora.
Libros.
Shakespeare.
Y "In Love".
Ahora.
Sueñame bonito.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Destrozanos.

Ciérrame los ojos.
Quémame la yema de los dedos.
Átame, puede que intente escapar.
Susurrame al oído cosas guarras, que la poesía hace tiempo que me rompió el corazón.
Tírame del pelo.
Muerdeme la boca.
Muerdeme todas las palabras que nunca pude decir.
Recórreme el cuello a besos, a ver si pierdo la conciencia.
Lame todas las cicatrices, a ver si curan.
Pégame, hasta que no pueda más.
Luego abrázame fuerte.
Ven, vete, vuelve.
Vete, no te vayas.
Fóllame, pero ni el corazón ni la mente.
A esos destrozalos.
Águantame.
No me soportes.
Cógeme del cuello cuando no te quiera besar.
Hazme fuerte.
Llévame al límite.
Destrozame más de lo que me he destrozado yo.
Mátame y luego llora.
Destrozanos.

martes, 19 de agosto de 2014

Convertirse en primavera.

Tenía por ojos dos inviernos tormentosos.
Su sonrisa era el verano más caluroso de tu vida, pero su boca era como un agujero negro de perversión.
Podías unir sus lunares y en su piel seguro encontrabas constelaciones más bonitas que las del cielo.
No podrías bañarte en ningún mar más frío que su ausencia.
Y ningún amanecer era más bonito que verla despertar.
Coger su mano era acariciar la libertad.
Besarla era sentirte tocar las estrellas la noche más oscura de tu vida.
No podía decirte que todo iba a ir bien, pero podía abrazar tus temores hasta que casi dejaran de existir.
Podías morir de amor al escucharla reír.
Tenía una forma especial de hacerte cosquillas en el corazón.
Con ella no se sentían mariposas en el estómago; se sentían huracanes por cada parte del cuerpo.
La mejor música eran sus gemidos al hacerte el amor y al hacerlo era como tu canción preferida de los Rolling.
Sabía ronronear como una gata, mirarte como una puta y sonreírte como una niña.
Dejaba caer el vestido que llevaba esa noche y descubrías que la octava maravilla era su piel.
Su cuerpo era el mapa del tesoro más sucio que puedas encontrar.
Tocarla era casi convertirse en primavera.
Su dulzura se perdía en alguna de sus palabras y se convertía en un animal.
Ella era como la vida misma. Pero más puta y mucho más guapa.
Tan perdida. Tan asustada.
Tardó en marcharse lo que se tarda en decir 'no te vayas'.